Ha llegado el momento
“Necesitamos crear alguna fuente de subsistencia para que nadie tenga la cruel necesidad de robar primero y luego morir”. (Thomas More – Utopía, 1516)
por Beppe Grillo – La Organización Internacional del Trabajo estima que el desempleo global podría afectar a 25 millones de personas (la crisis de 2008 resultó en un aumento de 22 millones de desempleados). Se espera una caída libre en las ganancias, un aumento exponencial en el desempleo y una reducción en el número de horas de trabajo. Millones de personas caerán por debajo del umbral de pobreza.
Si en 2007 enfrentamos una crisis financiera, que se extendió a la economía real, aquí enfrentamos algo mucho más radical, una crisis que afecta a todos los sectores. Las restricciones a los viajes, el comercio y la vida cotidiana tendrán serias repercusiones en los mercados empresariales y el bienestar de las personas. Hay sectores enteros que sufrirán las consecuencias de esta crisis hasta final de año, quizás algunas cadenas de suministro nunca se recuperarán o nunca volverán como antes. Podría haber un cambio muy rápido en el mercado laboral. Siempre hemos dicho que alrededor del 50% de los trabajos a lo largo de los años habrían desaparecido debido a la automatización y los cambios tecnológicos. Esos cambios ahora se han producido no en años, sino en solo un mes. Con un golpe de tos.
Desafortunadamente, las curvas de contagio crecen paralelas a las curvas de inestabilidad económica e incertidumbre sobre el futuro. La salida de esta crisis no puede ser como la de 2008, cuando se prefería salvar a los bancos en detrimento de la gente.
Ha llegado el momento de poner a las personas en el centro y ya no en el mercado laboral. Una sociedad evolucionada es aquella que permite que los individuos se desarrollen libremente, creativamente, mientras generan su propio desarrollo. Para hacer esto, se debe garantizar a todos los ciudadanos el mismo nivel inicial: una renta básica universal, por derecho de nacimiento, destinado a todos, desde los más pobres hasta los más ricos, que vaya más allá de esta emergencia.
La teoría económica debe desarrollar métodos para satisfacer las necesidades humanas básicas de cada uno de nosotros. Cuando estas necesidades se ven amenazadas, es hora de redefinir toda nuestra existencia con un reinicio total.
Manejar esta crisis no solo requiere abordar la emergencia de salud, sino también proteger económicamente a toda la población. Una renta básica universal e incondicional es la única panacea para el colapso del sistema, la inestabilidad que está matando a millones de familias psicológica y económicamente.
Estoy seguro de que la mayoría de los economistas, en otros momentos escépticos, estarán de acuerdo en que la economía necesita inyecciones de dinero en este momento. Cuando las economías caen en recesión, hay un “efecto multiplicador”: las personas pierden sus empleos, gastan menos, la economía se contrae, el ingreso disminuye y el dinero literalmente desaparece de la circulación. La renta básica universal impulsaría la economía, mitigaría la incidencia de la pobreza en la población y sus terribles consecuencias, y aseguraría que aquellos que tienen que regresar al mercado laboral puedan hacerlo en mejores condiciones.
Y ya hay personas en el mundo que lo están proponiendo y activando de alguna manera, desde los Estados Unidos, con la campeona del Green New Deal Alexandria Ocasio-Cortez, quien le pide explícitamente al gobierno de los Estados Unidos una renta básica universal; al Reino Unido, donde se relanza la propuesta de ingresos básicos, y otros estados anuncian medidas de alivio (India, Nueva Zelanda, Hong Kong, Corea del Sur …).
Las principales fuentes de financiación podrían ser variadas. Podemos pasar de gravar grandes fortunas, grandes gigantes digitales y tecnológicos (Mark Zuckerberg, Bill Gates y Elon Musk siempre han estado a favor del ingreso universal), quizás aquellos con la tasa de automatización más alta; o revisar los impuestos sobre la renta de la propiedad y la propiedad intelectual. O los denominada ecotasas, como el Climate Income, con un impuesto a los combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas; o como ha ocurrido en Alaska desde 1982 con el Fondo Permanente de Alaska: un dividendo del retorno económico del capital público, que se obtiene de las compañías de compustibles fósiles. Todos los años, parte de los ingresos del petróleo estatal se destinan a un fondo. En lugar de gastar ese dinero, el gobierno lo devuelve a los ciudadanos residentes, incluidos los niños, a través de un dividendo anual.
Como repito durante años, las soluciones están ahí, depende de nosotros sentarnos alrededor de una mesa para reconvertir la calidad de nuestra vida y crear un sistema que capacite a las personas, no a los trabajadores.
La Primera Guerra Mundial trajo a millones de mujeres a las fábricas y comenzó la emancipación de las mujeres, el Plan Marshall revivió la economía y el bienestar de la posguerra. La emergencia que estamos experimentando podría favorecer un punto de inflexión de época y revolucionario, que superficialmente fue considerado por muchos como una locura, y que podría cambiar nuestro futuro para mejor.
¿Ha llegado el momento de alterar nuestro status quo, si no ahora, cuándo?
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Traducido del artículo original en italiano: www.beppegrillo.it/reddito-universale-e-arrivato-il-momento/
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